
Domingo, 02 febrero 2025
La Agencia Central de Inteligencia quería profundizar en los interrogatorios a personas que tuvieron contacto con lee Harvey Oswald, pero la oficina de investigaciones del Departamento de Justicia tenía otras prioridades
Elena Garro, la escritora mexicana, dio detalles de la estancia de Lee Harvey Oswald en México, semanas antes de que éste último disparara contra el expresidente
Las fricciones que había en los años 60 entre la Agencia Central de Inteligencia (CIA) y el Buró Federal de Investigación (FBI) provocaron vacíos en las pesquisas sobre los nexos entre la estancia de Lee Harvey Oswald en la Ciudad de México y el asesinato del presidente John F. Kennedy.
Un documento elaborado por la CIA y publicado en octubre pasado en el portal de National Archives del gobierno de Estados Unidos (archives.gov) reconoce que la agencia de espionaje quería profundizar en las entrevistas con personajes que interactuaron con Oswald durante los siete días que estuvo en la capital mexicana. Sin embargo, la interferencia del FBI dejó líneas de investigación a la deriva.
La novelista y dramaturga mexicana Elena Garro, uno de los personajes que en su momento rindió testimonio ante agentes de Estados Unidos, reveló que Oswald llegó acompañado de otras dos personas a una fiesta organizada por su primo Rubén Durán.
Durán es cuñado de Silvia Tirado, una empleada del Consulado de Cuba en México señalada por haber sostenido una relación amorosa con Oswald.
El testimonio de Garro es relevante porque, de comprobarse que el tirador que acabó con la vida de Kennedy, el 22 de noviembre de 1963, se coordinó con alguien más para el magnicidio, se echaría por tierra la versión oficial de que Oswald fue un asesino solitario.
“Parecería que, si bien el FBI ha descartado las acusaciones de Elena Garro, todavía está considerablemente perturbado por ellas. Sin embargo, es posible que la CIA no haya presionado para que se realizara una mayor investigación por varias razones”, dice el documento titulado Análisis de las actividades de Lee Harvey Oswald en la Ciudad de México.
Foliado con el número 180-10142-10167, el documento refiere como primer argumento que, “considerando la sensible superposición y la sutil competencia entre dos agencias de recopilación de inteligencia, la CIA tuvo que ceder ante la clara jurisdicción del FBI”.
La central del inteligencia estadounidense sugería interrogar a todas las personas con quienes Oswald tuvo interacción durante su paso por México y hacer una red de vínculos que les permitiera encontrar vínculos con el plan de acabar con la vida del presidente número 35 de Estados Unidos.
En el documento se establece otro factor que influyó para que la CIA diera un paso al costado y cediera las averiguaciones al FBI: “existe una relación estrecha y delicada entre el jefe de estación de la CIA y ciertos funcionarios locales”.
El pasado 23 de enero, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, firmó una orden ejecutiva para desclasificar los archivos relacionados con los asesinatos del expresidente John F. Kennedy, pero también del exfiscal general Robert F. Kennedy y del activista por los derechos civiles Martin Luther King Jr. Esta decisión genera expectativas sobre la posibilidad de esclarecer esos huecos informativos en la investigación del caso del exmandatario.
Situaciones anómalas como la posible participación de “dobles” o “impostores” de Lee Harvey Oswald durante su viaje a México (del 27 de septiembre al 2 de octubre de 1963), la ausencia de imágenes de audio o video del supuesto atacante durante sus visitas a las embajadas de Cuba y Rusia, y la decisión de la Casa Blanca de no indagar sobre las actividades del agresor podrían ser desveladas en caso de que la administración Trump cumple su palabra.
Ordena Trump abrir archivos
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El documento 180-10142-10167 apunta como tercer motivo que “algunas de las personas que aparecen en el escenario de Elena Garro bien pueden ser agentes de la CIA. En estas circunstancias, es poco probable que se lleve a cabo alguna investigación adicional sobre este asunto a menos que lo ordene un alto funcionario en Washington”.
El director de la CIA durante el asesinato del presidente Kennedy era John McCone, a quien le tocó lidiar con diversas tensiones derivadas de la Guerra Fría, como la Crisis de los Misiles en Cuba (1962) y las operaciones encubiertas en América Latina.
La CIA dirigía una política agresiva contra el régimen de Fidel Castro, que incluía operaciones encubiertas y planes para eliminarlo.
La versión oficial
John F. Kennedy gobernó Estados Unidos del 20 de enero de 1961 al 22 de noviembre de 1963, cuando murió asesinado mientras viajaba en un vehículo descapotable por Dallas, en Texas. Hasta hoy, la versión oficial señala que Lee Harvey Oswald, un exfrancotirador de la Mariana estadounidense, le disparó en la cabeza.
Sobre el caso Kennedy, Oswald había sido monitoreado por la CIA debido a sus contactos con la embajada soviética y cubana en México. Sin embargo, la agencia ha sido acusada de no compartir completa esta información con otras dependencias gubernamentales.
Mientras tanto, el FBI era dirigido por Edgar Hoover, quien había ordenado vigilar a Oswald debido a sus visitas a las sedes diplomáticas de dos países adversos a Estados Unidos; no obstante, el funcionario ha sido duramente criticado por no haber tomado medidas preventivas, dado el perfil potencialmente peligroso de Oswald.
Hoover fue uno de los principales defensores de la teoría del “tirador solitario” desde el inicio de la investigación, pero algunos informes desclasificados sugieren que el entonces jefe del FBI estaba más preocupado por proteger la imagen de la institución que por esclarecer completamente los hechos, lo que lo habría llevado a ocultar información a la Comisión Warren que se formó en la Corte Suprema para esclarecer los hechos.