
A sus 98 años, la actriz y cantante sigue siendo un ícono de la cultura mexicana. Con una carrera que desafió censuras, rompió estereotipos y conquistó al público, su legado brilla con su inconfundible estilo
Domingo 9 de Marzo del 2025
Un día, María Victoria y Pedro Infante coincidieron en los estudios de la XEW de la Ciudad de México y, cuando estaban por retirarse de la estación, se dieron cuenta de que había decenas de personas esperándola, un tanto alborotadas.
“¿Qué vamos a hacer, María? ¿Cómo nos vamos a salir?”, preguntó Infante.
“No se preocupe, somos del pueblo. Ellos (los seguidores) nos hicieron, ¿no?”, respondió la cantante y actriz.
Abrieron la puerta y se abalanzaron sobre ambos. A él le quitaban el saco y la corbata, a ella las peinetas, y la abrazaban.
“Sólo les decían que no los empujaran ni apretaran”, relata Alejandro, hijo de María Victoria.
Su mamá, quien el pasado 26 de febrero cumplió 98 años, inició su carrera artística en la carpa, un tipo de teatro ambulante en el que todo artista tenía contacto directo con el público. Por ahí pasaron, prácticamente, todas las estrellas del cine y el canto de la primera mitad del siglo XX.
Justo por eso, cuenta Rubén, otro de sus hijos, María Victoria aprendió la agilidad mental y la vis cómica que pueden verse en programas como La criada bien criada y Mis huéspedes.
“Es alguien que puede estar diciendo chistes y no se carcajea, está seria. En las carpas estuvo con Clavillazo, con Cantinflas, que era su compadre, y que eran tremendos”, dice Rubén.
En la carpa, por sus vestidos entallados y su pequeña cintura, los hombres le gritaban de todo, de índole sexual
“Sobre el escenario se veía, por su talle, alta, pero cuando la veían de cerca, estaba chiquitita (poco más de 1.50 metros). Los hombres le gritaban de todo. Ahora me da risa, pero antes me enojaba”.
Su ropa, recuerda María Luisa Arcáraz, hija del músico Luis Arcáraz, con quien María Victoria hizo largas giras, prácticamente le impedía caminar.
“No recuerdo eso que dicen de que la cargaban para poderla subir al escenario, pero sí que debía caminar apenas con pasitos”, narra María Luisa, quien viajaba con ella siendo una niña.
Adelantada a su tiempo
La tapatía llegó a ser odiada por la Liga de la Decencia, que consideraba impúdicas algunas de sus canciones, como “Soy feliz” y “Cuidadito”, así como su vestuario, por lo que solicitó su censura en la radio y el teatro.
“Si hubiera cantado ‘ya no siento nada al hacerlo contigo’, seguiría en la cárcel. Decían que yo cantaba para provocar al hombre”, bromea la propia María Victoria en el documental recién estrenado Las victorias de María.
Todo eso, junto con sus experiencias de vida, como los desamores, le forjaron una fuerte personalidad. El papá de su hija Teté se fue porque su familia se oponía a que estuviera con una artista.