
Los obispos mexicanos han instado a las autoridades a impulsar un sistema migratorio justo, que ofrezca alternativas reales y respete la dignidad de los inmigrantes y refugiados.
Viernes 13 de Junio del 2025
Este sábado, cuando se cumplen 250 años del Ejército de los Estados Unidos y Donald Trump festeje su cumpleaños número 79, millones de inmigrantes católicos y de organizaciones cristianas de México y Centroamérica saldrán a la calle a exigir el cese de las redadas y se acabe la política del gobierno que criminaliza a los inmigrantes.
Esos hispanos piden el apoyo del papa León XIV y la condena enérgica a la política antiinmigrante de Donald Trump porque hasta ahora el líder de los mil 400 millones católicos en el mundo ha sido muy tibio y sus palabras no han sido un apoyo moral serio y un contrapeso a la crisis humanitaria que se vive en Estados Unidos.
Robert Francis Prevost, un estadunidense con raíces migrantes, se presentó como el Papa comprometido con la «justicia social» y en su discurso ante los embajadores acreditados ante la Santa Sede dijo: «Los migrantes, como todas las personas, tienen la misma dignidad, la de una criatura querida y amada por Dios».
Miles de organizaciones de católicos y civiles en Estados Unidos «piden a gritos» la intervención del papa León XIV para que exija a Donald Trump poner fin a las redadas federales contra los inmigrantes en California y otros estados de la Unión Americana.
La red de organizaciones Catholic Charities que brindan apoyo a inmigrantes y refugiados de México, Centroamérica y del resto del mundo desde hace décadas, consideran que las declaraciones del papa León XIV y las cartas pastorales de una minoría de los 380 obispos católicos de Estados Unidos «no son suficientes» y, más bien, parecen una respuesta tibia y timorata ante las violaciones de los derechos humanos del gobierno de Trump.
Pero también hay otros cristianos, judíos, budistas, musulmanes y demás organizaciones ecuménicas que urgen a sus jerarcas en el mundo a presionar al gobierno de Trump para que termine las detenciones arbitrarias y deportaciones de migrantes hispanos en Estados Unidos.
El arzobispo de Los Ángeles, monseñor José Horacio Gómez, expresó su preocupación por las redadas contra migrantes y pidió «moderación y calma» a todas las partes implicadas:
“Me preocupan las redadas de hoy de las autoridades de inmigración en Los Ángeles y estoy orando por nuestra comunidad. Oro para que todos los involucrados actúen con moderación y calma».
«Todos estamos de acuerdo en que no queremos aceptar en nuestras comunidades a esos inmigrantes indocumentados que son terroristas conocidos o criminales violentos. Pero no hay necesidad de que el gobierno lleve a cabo operaciones de inmigración de una manera que provoque miedo y ansiedad entre los inmigrantes comunes y trabajadores y sus familias».
Obispos timoratos en Estados Unidos
La Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos (USCCB, por sus siglas en inglés) ha sido muy cautelosa frente a la crisis migratoria; son pocos los que desafían al gobierno de Trump y hasta el momento, más bien, guardan silencio, no obstante su origen hispano, como es el caso del obispo de Brownsville, Texas, Daniel Flores, quien se mantiene activo, con abundantes publicaciones litúrgicas y bíblicas en su cuenta de X (antes Twitter), pero evita hablar de migración.
Salvatore Cordileone, arzobispo de San Francisco, también ha evitado cualquier atisbo de posible crítica al gobierno federal de Estados Unidos y a Donald Trump.
Los obispos mexicanos de la frontera con Estados Unidos han sido en los últimos años proactivos en la protección de los derechos humanos de los migrantes que vienen de Centroamérica.
La Conferencia del Episcopado Mexicano, presidida por Ramón Castro, ha alzado la voz en defensa de los derechos de los migrantes, condenando la criminalización por parte del gobierno de Estados Unidos y protegido de los delincuentes vinculados a la trata de personas. Han llamado a la población en general a proteger y respetar la vida de los migrantes y apoyar en la búsqueda de una vida más digna en tiempos de incertidumbre económica y social en sus países.